El tiempo mío es el mejor. Despojarme de todo es lo mejor que me ha pasado. -Gracias, Gustavo, por permitirme no aferrarme a nada. Aunque vos no me querás enamorar, mis pasos vuelven a ti.-
Llevemos esto al extremo, que esta gente me odie por no hacer lo que ellos quieren hacer. Que se acabe. Quiero agotarme. No pertenezco a nadie a más, a penas soy mía. Me retiro de la gente, me retiro a mi cabeza.
Hoy en día encuentro más razón en los ermitaños a los que escupí, así que tiro la alfombra que dejé para que todos los demás pisaran, y caiganse al suelo, y parénse solos porque esta mujer que tanto los idolatró se retira, se retira de la vida anti-physica y se vuelve a su guarida, en los rincones empolvados del cerebro humano, que quizás por qué razones a saber, es tan lúgubre y comfortable.
Es mejor vivir para adentro, afuera ya no hay nada que me pueda sorprender.
Te lo digo, Justin, afuera ya no hay nada que me pueda sorprender. Porque te lo dije: "ya hice todo lo que quería hacer, ahora sólo quiero estar contigo", pero vos no me creíste y, al contrario, me impulsaste a mirar un poco más lejos y ver que me faltaba aún mucho más por descubrir en la gente. Te lo agradezco si me miro ahora... pero te detesto por no darte la posibilidad de verme y cosechar tus frutos... ¡¡Cuánto te detesto por ello!!
Qué tranquilidad es esta que me da el invierno, la soledad, el té tibio. La tranquilidad de la pobreza, de que nada va a cambiar, que tengo plenitud de tiempo para vivir en mi cabeza. Esto es lo que se necesita para vivir. No amor, no felicidad, no saber, no tranquilidad, no compasión, no nada, sino una cabeza (Y Starfish de The Church).
A la mierda los cigarros, la lectura, el arte, la compañía, la historia... a la mierda la autobiografía y la psiquis. Estoy sana, tan sana como el más feliz. Sólo conocí vivir en mi cabeza y luego en mis pies y elijo ahora mi cabeza. ¿Quién es insano por elegir lo más variado? Santiago, ya no tienes nada más para mí, pero, Gustavo, lo tenemos todo.
Ojalá estuvieras en la misma frecuencia que yo y no quisieras ir a tantas aburridas partes de esta ciudad, ojalá no te llamara tanto la atención todo a lo que yo ya le levanté el telón. Nada hay allá, Gustavo, de nada te has perdido, sino al contrario, todo has ganado pues has vivido en tu cabeza. Yo ahora me revierto hacia mí y ahora sí seamos felices.
Adiós a todos, hola verdadera vida.
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