domingo, 10 de febrero de 2013

Setenta y cinco


Hubo un tiempo en que yo te amé
y me arrojé a tus brazos repletos 

Hubo un paréntesis de tiempo en que
derretí mis besos en tu rostro gualdo
lancé mis artilugios a tus vocablos y agasajos
pero tus brazos estuvieron anclados

Y hubo otros tiempos también
en los que se me acabó la vida
y tú, siempre dormido, despertaste tan tarde
que olvidé por ti haber derramado mi sangre

Este hombre que es mis montañas
que me entrega arrullos 
que me remueve el corazón y el sentido de unión
este hombre al siguiente me dice adiós

debo escalarlo, debo rodarlo

Hubo un tiempo en que amé a ese hombre sin voz
pero hay este tiempo también
en que ya ni puedo intentarlo más.-

5 comentarios:

  1. Respuestas
    1. El más antiguo: mi padre.

      Sé que eso es lo que te interesa saber...

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    2. No intento saber cuál de todos los honbres, no sé si es odio o costumbre lo que te lleva a asumir eso de mi, es decir, el si quiero saber aquello.
      Mi comentario era más sin apetito de respuesta, porque entendí bien este escrito.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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