jueves, 1 de noviembre de 2012

Treinta y seis

Una serpentina se balancea vertical 
se retuerce luego dentro de nadie. 

Un camino se abre a cientos más coloridos y fugaces 
cenicientos en la salida 
y sin piedras que patear. 

Las extremidades penden desde los troncos
 desde el cuello cadenas 
desde el cielo nada para mí. 

Aquí la nada es nadie.

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