Lo besé. Lo besé único y estable, lo besé paralelo. Tímido y
deseoso, casi endeble. De estatura alta, de miedos psicóticos. Te besé desde lo
más grande de mi grandeza. Inclinados hacia la libertad. Mi disfraz ambicioso
se estremecía con tu curiosidad. Fría noté que me aceleraba. Y la belleza de tu
mensaje. Y en los minutos que hacías expandir tu miedo por nuestra pausa
aprendí que tu sonrisa está oculta tras tu boca insatisfecha, que la mirada
penetrante es por algo, los silencios en tu exigen más que tus rodeos
juguetones. Eres menos común de lo que pensaba.
Se me
abrió el corazón, se me cerraron los ojos. Me integré a lo real, el alma se
exasperó y aunque hubiese querido hacer eternos los roces de tus dedos cálidos
sobre mi rostro, me asusté después, de entender que todo lo que tenía, creía
tener o quería, no era más que un vació mal llenado. Que quiero lo que me
podrías dar, que todo lo anterior era nada más en comparación a lo que guardas.
A lo real, lo puro, lo estable, lo único.
Pero me
convertí en tu paralelo, equívocamente en tu paralelo. Y se me partió el ser al
darme cuenta. Antes de besarte fui tu paralelo. Temeroso de los ajenos, segura
de lo que hacía. Existente, existente. Estabas ahí para mí. Te besé. Y te
repartí mi seguridad, me regalaste tus temores. Me extingo. Me besaste dos
veces, tan tiernamente, tan miserable me sentí de tu experimento. Me creí
insensible. Quiero lo que tienes. Quiero lo que tienes. Quiero lo que tienes.
Me
encantaste, me floreciste. Quiero creer en algo más que esto. Lo superior.
Crearé la maravilla con tus besos, abundaré de cinematografía tu hastío insano,
tu escasez de extremos. Adrenalínicos. Debo arrancarte del alma los sentimientos,
debo anteceder a tus vacilaciones. Embriagarnos de la cultura celeste. Que seas
crédulo. Que lo que nunca existió para mí sea en tu cuerpo estático, que
persista y se extraiga de mi alma acuática para hacerlo fluir por nuestros mundos.
Convenir mi metáfora animal y tus teorías originarias.
Soy tu
paralelo. Experimentalmente deseable. Solté mis palabras normales, mi cuerpo
friolento y mi alma colapsada de surrealismo. Y te tuve en mis manos, saboreé
tus ansias de lo distinto sin cambio. Porque tú no crees en la existencia del
cambio y yo deseo lo estable. Arreglar el mundo en medio de la penumbra de tus
ojos y el silencio de mi soledad. Destrozar el pasado y hacerlo volar. Que
estés libre. Y estés conmigo. Egoístamente, lo sé. Tu olor adulto traerme
recuerdos de otro mundo, y haces tu aroma nuevo, propio, tuyo, tuyo. (Aun así
dices que huelo rico).
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