sábado, 27 de octubre de 2012

Trece. Beso de Angelo

Lo besé. Lo besé único y estable, lo besé paralelo. Tímido y deseoso, casi endeble. De estatura alta, de miedos psicóticos. Te besé desde lo más grande de mi grandeza. Inclinados hacia la libertad. Mi disfraz ambicioso se estremecía con tu curiosidad. Fría noté que me aceleraba. Y la belleza de tu mensaje. Y en los minutos que hacías expandir tu miedo por nuestra pausa aprendí que tu sonrisa está oculta tras tu boca insatisfecha, que la mirada penetrante es por algo, los silencios en tu exigen más que tus rodeos juguetones. Eres menos común de lo que pensaba.
                Se me abrió el corazón, se me cerraron los ojos. Me integré a lo real, el alma se exasperó y aunque hubiese querido hacer eternos los roces de tus dedos cálidos sobre mi rostro, me asusté después, de entender que todo lo que tenía, creía tener o quería, no era más que un vació mal llenado. Que quiero lo que me podrías dar, que todo lo anterior era nada más en comparación a lo que guardas. A lo real, lo puro, lo estable, lo único.
                Pero me convertí en tu paralelo, equívocamente en tu paralelo. Y se me partió el ser al darme cuenta. Antes de besarte fui tu paralelo. Temeroso de los ajenos, segura de lo que hacía. Existente, existente. Estabas ahí para mí. Te besé. Y te repartí mi seguridad, me regalaste tus temores. Me extingo. Me besaste dos veces, tan tiernamente, tan miserable me sentí de tu experimento. Me creí insensible. Quiero lo que tienes. Quiero lo que tienes. Quiero lo que tienes.
                Me encantaste, me floreciste. Quiero creer en algo más que esto. Lo superior. Crearé la maravilla con tus besos, abundaré de cinematografía tu hastío insano, tu escasez de extremos. Adrenalínicos. Debo arrancarte del alma los sentimientos, debo anteceder a tus vacilaciones. Embriagarnos de la cultura celeste. Que seas crédulo. Que lo que nunca existió para mí sea en tu cuerpo estático, que persista y se extraiga de mi alma acuática para hacerlo fluir por nuestros mundos. Convenir mi metáfora animal y tus teorías originarias.
                Soy tu paralelo. Experimentalmente deseable. Solté mis palabras normales, mi cuerpo friolento y mi alma colapsada de surrealismo. Y te tuve en mis manos, saboreé tus ansias de lo distinto sin cambio. Porque tú no crees en la existencia del cambio y yo deseo lo estable. Arreglar el mundo en medio de la penumbra de tus ojos y el silencio de mi soledad. Destrozar el pasado y hacerlo volar. Que estés libre. Y estés conmigo. Egoístamente, lo sé. Tu olor adulto traerme recuerdos de otro mundo, y haces tu aroma nuevo, propio, tuyo, tuyo. (Aun así dices que huelo rico).

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