Me enajeno. Me enajeno con tus expresiones innumerables. Y las quiero todas. Pero tus besos ansiosos me cubren la mirada, y yo dócil no me niego. Sólo porque es exquisito comprobar que estás, las manos se me desesperan en tu piel amplia. Mi filosofía se escapa y el pez quiere ser el agua misma y cubrirte por completo, entrar por todos los lugares hasta el ideal ocultista. Sembrar en tus recuerdos, unificar la existencia.
Me enajeno agitada, extraña de lo que podría suceder, obre de palabras, dulce, dulce, dulce. En silencio que todos deberíamos saber llevar. Extender el presente. Dejo de pensar porque lo siento todo. Me empuja fuera del mundo tu sonrisa completa, tu placer cuando lo siento colapsar de lo posible.
Encontrar un universo paralelo de tu realidad, eres abstracto y una vez te empecé a escribir te sentí en un lapsus. Somos irreales, surrealistas oníricos. Y aun así te contemplo, ajena a lo propio, buscando tu inexactitud. Espiritualmente vivos, te deseo vivo, quedarme sin aire ni tierra y establecer un punto narrativo en medio de la excentricidad de nuestra armonía, expresiva, sorpresiva y posible. Somos posibles también.-
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